Según los especialistas, este síndrome es una de las tres causas más frecuentes de muertes por transfusiones. Cada año, en Estados Unidos e Inglaterra, se reportan más de cinco muertes por esta causa, pero según los especialistas, la cifra está subestimada. Patricia Kopko de Bloodsource, un banco de sangre del Norte de California, afirma que ahora se reconoce que el síndrome se presenta en 1 de cada 5000 transfusiones, lo que significa que sólo en Estados Unidos hay por lo menos 5300 reacciones por año. (New Scientist, Septiembre 28, 2002, pág. 6).

Los primeros síntomas son de una respiración corta, que los médicos interpretan como debido a que la transfusión se hizo muy rápida, produciendo una sobrecarga de volumen. Por lo que el corazón tiene que enfrentar demasiada sangre, lo que hace que los fluidos terminen en el pulmón. Los médicos tratan esta sobrecarga con diuréticos, para que el riñón elimine el exceso de agua. Pero si los síntomas corresponden a una "injuria aguda del pulmón", la administración de diuréticos puede agravar el problema y precipitar un shock.

En muchos casos, para un diagnóstico diferencial sólo basta tomar la presión sanguínea. En una sobrecarga de sangre, la presión está alta, mientras que en la injuria aguda del pulmón está baja.

Para prevenir este síndrome se podría realizar un testeo de la sangre para buscar en ella anticuerpos. Pero, desgraciadamente, hasta hoy no se sabe qué anticuerpos buscar. Se necesita mayor investigación para tratar de correlacionar los niveles de diferentes anticuerpos con la aparición del síndrome. Por ahora habría que tratar de no recibir sangre de donantes de riesgo.